17 ene 2013

Aprender a desaprender



Desde la selva les hablo compañeros
Desde la selva urbana
Donde alguna vez quisimos estar
Donde soñamos, seríamos como mamá y papá
De estos aprendizajes de selva
Es lo que hoy les vengo a contar
Tres verbos conocí
Saber, Entender y Aprender
El pasado había jugado a mentirme
Sabía muchas cosas
entendía todo mi entorno
y aprendía mucho de él
Sin lugar a dudas,
poco me había enseñado el mundo
Pero, un día la realidad tomó una forma extraña
Agresiva e impaciente, la selva se presentó conmigo
Saberlo todo había sido la afirmación más ignorante
Las críticas una especie de cortaplumas suizo
Y mis aires de grandeza, el humo escuálido de un fósforo 
Seguro muchos de ustedes cuestionarán la exageración de mis palabras
Pero, les digo, la selva fue cosa seria para mi
Esta experiencia ha dejado rumbos en mi camino
Hoy me dedico mis mejores errores
para que se conviertan en una suerte de escalón
 Es necesario desaprender lo que nos hace peores
Créanme, no es un discurso fácil
ni una receta instantánea para el éxito
Es la realidad que nos exige mejorar
como personas, hijos, amigos, hermanos y compañeros
Es importante recordar que no habrá un mañana sin aprender
Habrán muchos días de lucha y de prueba
Lo que nos queda entender es que como esta selva muchas habrán
tal vez mejores o peores, pero ahí estarán
Y aunque este viaje casi termina,
estemos preparados para tomar los siguientes,
que aún queda mucho por andar...

Para ser feliz

No puedo juzgar sin destapar mis delirios,
esta posición cómoda me arrastra por la oscuridad del mundo.
Pretendo comprender mi actitud hacia la vida,
mientras me brinda el todo en sus manos.
La voluntad es mi referencia de belleza,
armonía que se encuentra flotando a mi alrededor,
no la puedo sentir, pero sé que está ahí,
esperando el regalo de mi resistencia.
Rendirme ante lo que me desdibuja día tras días, 
rendirme ante las verdades que suenan vacías en el ego, 
rendirme ante mi.
Prejuicios levantan la voz, en su eco se refundan, 
sin más, quiero sostenerlos, estrujarlos, ahogarlos,
con las penas malvividas y la inquietud de un mañana.
Este peligro de vivir sin vida,
es una resonante queja de mi espíritu coherente,
envuelta en el decir de unos latidos enmudecidos.
Con una vaga esperanza en la luz,
mis latidos confunden el aire con lo tóxico.
Pero es suficiente por hoy,
el hoy que dura para siempre.
Deshacerme del vacio sólido del daño, 
daño que procuran mis palabras, ideas y miradas.
Sé que nos encontraremos, 
el tiempo y la sabiduría nos presentarán constantemente.
Espero tener la cordura suficiente para desarmarme,
seguir, renunciar y vivir, que buena falta hace.